jueves, 20 de marzo de 2008

Gone, Baby, Gone (2007)


Por fin tuve la oportunidad de ver esta película y coincidentemente fue en medio de una semana (la pasada) cargada de noticias sobre bandas que trafican con niños, madres que venden o regalan a sus hijos por no tener cómo mantenerlos, y albergues tan saturados que se ven obligados a devolver a los niños con los padres que han abusado repetidamente de ellos. Todo ello me obligó a ver esta película, que ya de por sí es generadora de polémica y reflexión, con una especial atención y sensibilidad.

Patrick Kenzie (Casey Affleck) y su novia-socia Angie Gennaro (Michelle Monaghan) son contactados por Lionel (Titus Welliver) y Bea McCready (Amy Madigan) para que ayuden en la búsqueda de su desaparecida sobrina Amanda (Madeleine O'Brien), de tan solo cuatro años. Ellos se unirán a los detectives Remy Bressant (Ed Harris) y Nick Poole (John Ashton) en la investigación, tratando de descubrir qué fue exactamente lo que pasó con la pequeña Amanda y los secretos de su madre, Helene McCready (Amy Ryan). No quiero decir más para no arruinarle la película a nadie, pero ese es a grandes rasgos el argumento.

El film generó polémica desde su estreno, principalmente por su gran parecido con el caso real de la pequeña Madeleine McCann. Las coincidencias van desde el nombre de la pequeña actriz, hasta la aparente frialdad de la madre, sin demasiados llantos ni desesperaciones, pasando por la gran similitud en los apellidos. No pretendo detenerme a analizar si, efectivamente, el caso real y el ficcional coinciden, no sólo porque no conozco los detalles y pormenores del caso de Madeleine, sino, sobre todo, porque eso escapa a lo propiamente cinematográfico que es lo que nos interesa principalmente.

Pero sí nos interesa discutir los temas propuestos por el film, y el tratamiento que se le da a la historia. La película nos plantea una cuestión ética debatible. ¿Hasta qué punto es lo mejor para un niño permanecer junto a sus padres? Hay muchas preguntas que se vinculan y se derivan de esta última. ¿Quién sabe qué es lo mejor para un niño? ¿quién tiene el poder y el derecho de decidirlo? Y, especialmente, ¿qué actos comúnmente repudiables, podrían considerarse aceptables cuando se realizan buscando el bien de un menor? Se trata en última instancia de la pregunta ética por excelencia, ¿qué tan malo es un acto ilegal si lo que se busca con él es el bienestar, la felicidad o la salvación de alguien más?


No es sencillo responder estas preguntas, y es en ese cuestionamiento que, a mi entender, se encuentra el punto fuerte de esta película. La historia, las situaciones y los personajes nos invitan y acompañan en una reflexión seria sobre un asunto que es sin duda muy importante y delicado. Se trata de la protección de los menores y de cuánto estamos obligados a hacer por salvaguardar su seguridad. Los argumentos vertidos por los personajes son buenos, y logran conectarse con el pensamiento del público que es lo que se busca en un buen guión. Pero, contradictoriamente, creo que es también en este punto que la película presenta su principal problema. Algunos argumentos son tan buenos que le ganan la reflexión al autor, quien, a pesar de ello, no logra desprenderse de sus convicciones iniciales, por lo que finalmente se decide por un desenlace en base a una premisa que ya había sido derrotada por los razonamientos opuestos.

Resulta algo complicado explicar esta última idea sin mencionar el desenlace, pero trataré de hacerlo siempre con la intención de no fastidiar a quienes aún no han visto la película. El personaje interpretado por Casey Affleck actúa guiado por un convencimiento absoluto de lo que él considera ética y moralmente correcto. Sin embargo, en el camino se encuentra con situaciones y personajes que ponen en duda tal certeza, y, según mi parecer, estos argumentos opuestos son más fuertes o, como diría el maestro Alonso Alegría, no estaban totalmente agotados. Son buenos argumentos, pero este personaje no parece dudar nunca, por lo que se le ve convencido de principio a fin. Y es que, en última instancia, es el autor el que está convencido de lo que quiere decir y lo hace, para su mala suerte, a través de una historia que invita abiertamente a la reflexión, en la que el público está pasando por los mismos razonamientos y dudas que los personajes y, por lo mismo, no llega a estar completamente convencido de qué es lo que se debe hacer, por lo que la resolución del conflicto por parte de este personaje corre el riesgo (hago esta salvedad porque tal vez sea yo el único que lo ve así) de quedar inverosímil o, al menos, poco convincente.

Da la sensación de que el autor puso sobre el tapete los mejores argumentos posibles, cosa que todo buen guionista o escritor debe hacer, pero construyó la historia en base a una concepción inicial que se mantuvo firme aún en contra del razonamiento principal de la propia película. Algunos dirán que esto no es así y lo entiendo. Hay una posibilidad de que esto no sea un error sino una propuesta pensada y articulada así a propósito. Me inclino yo mismo a creer esto último. Es probable que lo que el autor haya querido lograr es precisamente dejarnos con la duda, con esa sensación de no saber qué hacer, porque lo que quiere expresar es precisamente eso, que no hay una respuesta correcta, solo una amplia posibilidad de errores, que, lamentablemente no los sufren (solamente) quienes toman las decisiones, sino los niños en cuestión. Es por esto que no dije que se tratara de un error, solo de un problema. Es muy posible que ésta haya sido la intención, pero el resultado final es la de un personaje que nunca puso en tela de juicio sus convicciones y, por lo tanto, no sufrió ningún conflicto, por lo que la historia, entonces, pasaría a ser muy superficial y simple. No parece serlo, y no creo que lo sea, y por eso le doy al autor el beneficio de la duda. Lo único que digo es que en estos casos, como también diría el mismo Alonso Alegría, tiene que estar bien claro que la terquedad es exclusiva del personaje y no del autor, y creo que en esta propuesta, que no por ello deja de ser interesante, no está completamente claro. Habría que leer el libro.


Volviendo a las virtudes del film, hay que detenerse en las actuaciones. El elenco está estupendo. Ed Harris, en lo suyo, con una actuación similar e igual de buena a la que ya le habíamos visto en "Una Historia de Violencia" (2005). Amy Ryan es una muy convincente madre alcohólica y drogadicta, quien no parece estar muy afectada por la desaparición de su hija. Bien merecida tiene las nominaciones al Oscar y al Globo de Oro. Michelle Monaghan también está correcta, y le quedan mucho mejor estos papeles que los de comedias típicamente hollywoodenses. Morgan Freeman, quien hace el papel de capitán de policía, no realiza un papel extraordinario pero si a la altura de su importante trayectoria.

Hay que destacar a Casey Affleck, quien una vez más nos deja como conclusión que es mucho mejor actor que su hermano, y a Ben, quien demuestra también que tiene mucho más que ofrecer como escritor y director que como actor.

¿Es válido separar a un niño de sus padres con la excusa de que así tendrán un mejor futuro? ¿Es mejor dejarlos siempre junto a sus padres solo porque son sus padres? Se trata de una reflexión muy interesante, importante y compleja, pero que creo que no debemos dejar de hacernos. Esta película nos ofrece una buena oportunidad para meditarlo. Vale la pena verla, no sólo por eso, sino porque, finalmente, es una buena película de acción y suspenso, muy recomendable.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Away From Her (2007)


Debo decir que esta película es realmente insoportable de principio a fin. Pero, a diferencia de lo que se suele asumir cuando se usan estas palabras para referirse a algún film, no se trata de un bodrio ni mucho menos, sino de todo lo contrario. La película es estupenda y hermosa, y si resulta insoportable, es porque es sumamente conmovedora, y mantiene las emociones y sensibilidad del espectador al tope. Al menos eso me sucedió a mí.

Fiona (Julie Christie) y Grant Anderson (Gordon Pinsent) llevan casados cuarenta y cuatro años y deben enfrentarse por primera vez a una separación de un mes, debido a que ella ha decidido internarse en una clínica para personas con Alzheimer, a causa de las constantes lagunas mentales que ha estado sufriendo. Pasados los treinta días, en los que Fiona no podía recibir ningún tipo de visitas, Grant deberá sobreponerse al hecho de que su esposa no lo reconozca y que, además, esté empezando a sentir afecto por otro hombre.

Con tal argumento, no podíamos sino imaginar que la historia estaría cargada de emotividad y de momentos intensos. Y en efecto, la película nos lleva a lo largo del desarrollo de la enfermedad y de la desesperación de la que va siendo víctima Grant, al sentir que está perdiendo al amor de su vida. Como era también de suponer, toda la parte técnica queda de lado, no porque no sean correctas, sino porque en esta película, es más importante lo temático que lo visual. De todas maneras, la dirección artística y fotográfica están muy acorde con la historia y contribuyen a crear la atmósfera necesaria.

Volviendo a lo temático, cabe mencionar que la enfermedad y sus consecuencias no es lo único importante. La película también plantea temas vinculados a la vida en pareja, tales como amor, fidelidad o lealtad, de manera que termina siendo también una reflexión sobre la vida matrimonial y los diferentes conceptos y visiones que suelen estar asociados a ella. El personaje de Grant se nos presenta como el más devoto de los esposos, y nos conmueve enormemente su frustración y la devoción hacia su mujer. Sin embargo, poco a poco vamos descubriendo que el hombre tampoco es un santo y que tiene muchas cosas que cuestionarse y replantearse.

En última instancia, la reflexión de la película parece ser que no basta haber permanecido juntos tantos años para garantizar el éxito del matrimonio. Grant aprende en medio de su búsqueda que, a veces, el autosacrifico en favor del ser amado es una acción aún más noble de amor. Y, sin embargo, la película termina agradeciéndole su lealtad, el no haber abandonado nunca a Fiona, pudiendo haberlo hecho hace mucho tiempo. Parece una contradicción, pero no lo es. El autosacrificio, al menos en este caso, no implica abandono, sino todo lo contrario. Es una muestra más de amor, de fidelidad y desprendimiento. Aún así, Grant estaría actuando según esa terca necesidad de darle a su esposa lo que necesita. Lo que el personaje llega a cuestionarse es exactamente lo contrario. Tal vez insistir en recuperar lo perdido era, en este caso, una forma de abandono, de no entender lo que ella necesitaba o quería, una muestra más de egoísmo o de poco entendimiento.

Nos referimos en el párrafo anterior a lo que, desde nuestro punto de vista, está sucediendo en la cabeza de Grant. Aquellos que han visto la película podrían decir que el desenlace nos contradice. No se pretende arruinarle la película a nadie, pero en todo caso, la anterior es una reflexión personal y, como en muchas películas es de suponer que cada uno pueda tener una diferente, de acuerdo a sus propias concepciones de matrimonio, fidelidad y vida en parejas. Lo que hemos tratado de referir es lo que se desprende de las actitudes de Grant, un personaje por cierto genial, y de algunas de las frases que se repiten a lo largo de la película. Podríamos quedarnos con dos. Grant narra el momento en que él y Fiona deciden casarse, culminando con la frase "nunca quise estar lejos de ella", frase que además le da el título a la película. Por otro lado, la enfermera Kristy (Kristen Thomson), reflexiona que "nunca es tarde para convertirse en el hombre que podrías haber sido". Es a partir de estas dos frases que se desprende la reflexión anterior. En todo caso, vale la pena insistir, la gracia es que cada uno logre su propia visión.

Queda solo por resaltar la notable actuación, no sólo de Julie Christie, quien ya había sido destacada en cuanta premiación ha habido este año, sino también de Gordon Pinsent en el papel del devoto esposo. Son dos actuaciones que no sólo convencen, sino que llegan a tocar al espectador. Con dos personajes tan conmovedores, y tan bien planteados, las actuaciones tenían que estar a la altura de las circunstancias y realmente lo están. Hay que destacar también el trabajo de dirección de la también actriz Sarah Polley, a quien solo conocíamos por su papel en el remake de El Amanecer de los Muertos. Vaya giro.

Así que recomiendo, a aquellos que no les gusta demostrar sus emociones en público, que esperen el DVD o a que la den en cable. Los demás son bienvenidos al cine. Pero sea como sea, hay que ver "Away From Her". Altamente recomendable. Vuelvo a lo dicho, es insoportable, pero por las situaciones planteadas, y por el estrés que provoca sobre todo, la frustración de Grant. Pero aún así, una hermosa película sobre la vida, el amor y la felicidad.

sábado, 8 de marzo de 2008

Trois Couleurs: Bleu (1993)

Ya que no he tenido tiempo de ir al cine en estos días, he decidido remitirme temporalmente a los clásicos. Esta es, además, una de las primeras películas que analicé para la Universidad. El trabajo consistía en analizar los temas presentes y los campos semánticos con los que el autor construye su concepto. No he hecho ninguna modificación al texto original

Tres Colores: Azul (Trois Coluleurs: Bleu)

Julie Vignon es una noble mujer que perdió a su marido y a su hija en un accidente automovilístico al que ella sobrevivió. Mientras está recuperándose en el hospital, intenta suicidarse, pero siente que no tiene el valor necesario para hacerlo. Una vez en casa, busca alejarse de todo lo que pueda hacerle recordar su tragedia. Vende sus cosas y se muda a un nuevo apartamento, donde intentará iniciar una nueva vida, aunque sin éxito, ya que se verá constantemente atrapada por evocaciones de su pasado.

Este es un breve resumen del argumento de “Azul”, la película del cineasta polaco Krzysztof Kieslowski, que marca el inicio de su famosa trilogía “Tres Colores” (Azul, Blanco y Rojo). En cada una de ellas el director realiza una asociación entre el color que da título al film y un concepto o valor que intenta transmitir. En este caso, el color azul representa la libertad, ya no solo como ideal humanista, sino entendida como libertad personal, una ilusión tan necesaria como inalcanzable, pues la protagonista de esta película se dará cuenta poco a poco que, aunque pretenda escapar de su dolor, nunca podrá ser verdaderamente “libre”, ni alejarse de sus malos recuerdos.

Existen varios temas opuestos que están presentes durante todo el transcurso del relato. Claramente podemos notar el contraste entre soledad y compañía, perfectamente encarnado por el personaje de Julie (gracias a una excelente actuación de Juliette Binoche), y, en cierta medida, también por el personaje de Olivier (Benoit Regent). Ellos se buscan y se juntan precisamente porque necesitan huir de la soledad en la que están sumidos. Pero la contradicción está más presente en el personaje femenino. Ella ha perdido a su familia y se ha quedado sin ninguna compañía. Por si fuera poco, ella misma decide alejarse de todo y de todos, para evitar cualquier detalle que le recuerde lo que ha perdido, y para refugiarse precisamente en su soledad. Sin embargo, no puede soportarlo, la vemos en constante búsqueda de alguien con quien compartir. Esto se ve reflejado, por ejemplo, en la escena en la que va a visitar a su madre, o aquella en la que llama a Olivier para hacer el amor con él. Se trata entonces de un campo muy presente y muy importante en el desarrollo de la historia.

Otro que se hace evidente es el de vida y muerte. Probablemente, no haga falta explicar demasiado esta idea. Julie debe enfrentarse la desdicha de perder a su hija y a su esposo, mientras ella aún continúa con vida. Ella misma se ve afectada por esta contradicción, a tal punto que llega a intentar suicidarse. Pero nuevamente se aferra a la vida, pues, como ya hemos dicho, no encuentra el valor requerido para cometer semejante acto. Decide entonces intentar vivir, aunque el recuerdo de la muerte la persiga siempre.


El color azul es un elemento que se repite constantemente a lo largo del film. Aparece como filtro, pero también en algunos elementos que conforman el mundo diegético, como el portafolios que contiene los últimos papeles dejados por el esposo de Julie, o los adornos de la única lámpara que ella quiso conservar de su primera casa. El azul también acompaña cada imagen de su pasado, ya sean los recuerdos que vuelven a su mente, o la escena misma del accidente con la que comienza la película. Encontramos aquí el primer gran campo semántico, y tal vez, el más importante. Por un lado, habíamos mencionado que el color azul simbolizaba la libertad, o al menos la búsqueda de la misma, mientras que, por otro lado, representa justamente todo aquello que Julie quería dejar atrás en esa búsqueda. Hay claramente dos ideas opuestas que reflejan exactamente lo que el autor, a nuestro juicio, pretendía transmitir, esa contradicción entre el deseo de libertad personal y la imposibilidad de conseguirla.

martes, 4 de marzo de 2008

Charlie Wilson's War (2007)


Si lo que buscan es una película que entretenga y con la que se pueda pasar un buen rato, “Juego de Poder” puede ser una buena opción. Pero no esperen mucho más. No porque no haya nada más que rescatar de la película, sino porque demasiada expectativa probablemente genere desilusión.

En plena Guerra Fría, el congresista republicano Charles Wilson (Tom Hanks) inicia una batalla personal para lograr los fondos necesarios para financiar a los rebeldes afganos que pelean contra la invasión rusa durante los años ochenta. La historia narra todas las artimañas y alianzas a las que el congresista tuvo que recurrir para lograr su cometido, y los resultados obtenidos. Así, se juntará con el encargado de los asuntos afganos de la CIA (Philip Seymour Hoffman) y con una acaudalada e influyente mujer católica texana (Julia Roberts), quienes lo convencerán de hacer todo lo necesario para conseguir el financiamiento.

No estamos ante una gran película, pero, como ya hemos indicado, hay cosas interesantes que valen la pena discutir. Se trata de una reflexión bastante interesante sobre las decisiones que se toman durante la guerra y las motivaciones que los líderes pueden tener para llegar a tales decisiones. Lamentablemente, como es obvio y común en estos casos, la película no deja de ser tendenciosa ni propagandística en favor de los intereses norteamericanos, lo que molesta durante la mayor parte del film. Sin embargo ya sobre el final, el planteamiento se vuelve más crítico contra el sistema, los gobernantes y la guerra misma, lo cual termina salvando a la película.


Otro punto que llama la atención es el elenco. Sin ser extraordinarios, a nuestro juicio, Julia Roberts y Tom Hanks cumplen, por lo general, con brindarnos actuaciones adecuadas. Y esta vez no es la excepción. Quien si resalta, como también suele hacerlo, es Philip Seymour Hoffman, en el papel de un personaje estupendo, Gust Avrakotos, quien era de los pocos que originalmente estaba de acuerdo con facilitarles armas a los rebeldes afganos. Se trata de un personaje amargado por ratos, irónico y ácido, pero siempre lo suficientemente sobrio como para convencer a quien sea necesario de seguir sus ideas. Bien merecida tiene la nominación al Oscar y dicho sea de paso, todo el reconocimiento que alcanzó después de Capote, y que ya merecía desde mucho antes. También es interesante y entretenida la participación de Amy Adams, la misma de “Encantada”, quien le brinda una cuota amena a la película y se convierte en un adecuado y efectivo complemento para el personaje de Tom Hanks.

Retomo mi punto inicial. No esperen una gran película y saldrán contentos. No deja de ser, sin embargo, una interesante reflexión sobre la manera que tiene Estados Unidos de solucionar sus conflictos –un tema tan vigente actualmente-, y que, de paso, ayuda a recordar o conocer lo que sucedió en esos años en esa parte del mundo que siempre ha estado sumergida en conflictos y donde el interés americano ha traído más problemas que soluciones. No está de más recordar que entre los rebeldes que recibieron financiamiento y armas en esa lucha estaba nada menos que Osama Bin Laden. A tener en cuenta.