miércoles, 23 de abril de 2008

Underground (1995)


La historia de la ex-Yugoslavia ha estado lamentablemente caracterizada por los constantes conflictos bélicos y enfrentamientos tanto externos como internos, que de alguna manera marcaron la forma de concebir al mundo de muchos de sus ciudadanos. Emir Kusturica es uno de ellos, y lo demuestra claramente en esta película que recorre cincuenta años de esa historia, entre 1941, en plena Guerra Mundial, hasta el fin de la Guerra Fría y las guerras civiles en Yugoslavia de 1991. El autor aprovecha una historia interesante y atrayente para hacer un recorrido por este trágico período, haciendo una dura crítica a la guerra y los sistemas políticos.

La película narra la historia de dos amigos, Marko y Peter (más conocido como Blacky). Ambos forman parte del Partido Comunista Yugoslavo durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que se preparan para hacer frente a la invasión nazista. Por precaución, Marko esconde a Blacky y a otros miembros del partido en un sótano, precisamente después de la llegada de los alemanes. Este grupo de hombres y mujeres esperan pacientemente órdenes del Comandante Tito, líder del partido, quien supuestamente está preparando la arremetida contra los Nazis. Sin embargo, la guerra termina sin que tal ataque se produzca.

Finalizado el conflicto, Marko decide mantener a sus amigos ocultos, para así enriquecerse con la venta ilegal de armas que ellos fabrican en el sótano, supuestamente para la guerra. Pero, además, Marko está perdidamente enamorado de Natalia, novia de Blacky, por lo que no tiene ningún reparo en mantener engañado a su amigo. Así, este grupo de comunistas se mantiene oculto por más de veinte años, sin sospechar que la guerra ya ha terminado y confiando plenamente en lo que Marko les cuenta del mundo de afuera. No tienen idea de lo que sucede en el país salvo por las noticias que les lleva Marko, quien para entonces ya es una influyente figura dentro del Partido Comunista, ahora en el poder. Ellos están convencidos de que los Nazis siguen en Yugoslavia y esperan ansiosos el momento de salir a luchar por liberar a su patria. Finalmente, de una manera totalmente casual, algunos de ellos logran salir del sótano, descubriendo así, aunque no todos, la farsa en la que han estado viviendo por tanto tiempo.

Ese es, en resumen, el argumento de la película. Sin embargo, lo que la hace realmente interesante no es la trama, que no deja de ser conmovedora y atractiva, sino el trasfondo y los simbolismos. Se trata de una de esas películas que el autor utiliza casi como un ensayo, para mostrar su visión del mundo, para criticar su sociedad o plantear su disconformidad con alguna situación histórica. Tal vez en este caso, hasta podríamos decir que todas esas motivaciones se juntan. Underground es casi un ensayo político, un manifiesto contra la guerra y una denuncia de la farsa que los sistemas políticos han representado históricamente, al menos en ese país.

Pareciera que cada escena de la película, cada elemento, representa algún tema, es un símbolo o una metáfora, nada parece estar al azar, ni siquiera en la propia trama. Tal vez es errado decir que el autor aprovecha la trama para hacer su denuncia. La historia está construida para ser parte de esa denuncia, y ese es otro factor enriquecedor del film. Debe haber muchos símbolos que se nos escapan, porque somos ajenos a la cultura yugoslava o porque no tenemos el suficiente conocimiento de su historia. Pero podemos reconocer algunos que resultan evidentes y lo suficientemente poderosos para motivar este análisis. Iremos viendo algunos de ellos poco a poco.

Hay un primer elemento que destaca inmediatamente: la música. Ésta acompaña todos los acontecimientos y forma parte importante de la construcción del relato. La banda de Golub acompaña a los personajes principales en todo momento, incluso dentro del sótano y hasta en la muerte, y su canción es la que marca el ritmo de la película. Es interesante notar que la música de esta banda se mantiene invariable a lo largo de todo el relato, a pesar de que los personajes atraviesan por momentos alegres y otros más angustiantes.

En cuanto a los personajes, hay muchos que son importantes, algunos desde el punto de vista argumental, y otros desde el campo simbólico y del sentido de la película. En cuanto a los primeros, no están completamente definidos los típicos roles. Marko es, en cierto sentido, el villano, el “malo de la película”, sin embargo, no deja de mostrar un lado noble y amable, y en algún momento nos recuerda que todo lo hace “por amor” y se arrepiente y pide perdón. De igual manera, no podríamos identificar plenamente al héroe. Blacky es valiente e idealista pero termina siendo más bien la víctima, pues es quien tiene que sufrir la traición y el engaño de su mejor amigo y de la mujer que ama y es quien se privado de su libertad y sus derechos. Iván, el hermano de Marko, quien termina siendo de alguna manera el justiciero, tampoco cabría dentro de la definición del héroe. Lo que sucede en realidad, es que no son precisamente personajes los que están encarnando estos roles. En un análisis más profundo podríamos intuir que los verdaderos villanos de la película son la Guerra y los Sistemas Políticos y, por contraposición, las víctimas son todos, los habitantes del sótano y, más generalmente, el pueblo yugoslavo. No hay héroes de verdad en esta historia, y probablemente ése sea parte del mensaje del autor, que no hay héroes en ninguna guerra, sólo víctimas.

Un personaje menos protagónico pero igual de importante es el de Soni, el mono de Iván, no sólo por que es él quien, disparando un tanque, le da la posibilidad a Blacky y su hijo de salir del sótano y terminar con la farsa, sino porque él es el único personaje que sobrevive hasta el final. El simbolismo contenido en este animal es muy grande. En primer lugar, representa la inocencia y en cierto grado la estupidez. Él se mete a un tanque y dispara sin saber a dónde, abriendo la puerta de escape en el sótano de manera casual. En este punto podemos separar dos ramas, por un lado volvemos a la estupidez, el sinsentido de la guerra, disparar sin saber a dónde, y por otro, tal vez está representando el hecho de que la gente inocente puede traer abajo las grandes mentiras de los sistemas políticos. En segundo lugar, este personaje, al ser el único que sobrevive, y tratándose de un mono, está encarnando la deshumanización producida por la guerra. Todos los humanos han muerto en esta absurda lucha de poderes y mentiras y sólo un animal, desprovisto de ese instinto homicida propio del hombre, ha logrado mantenerse con vida.

Como vemos, el film está lleno de simbolismos, metáforas e incluso parodias. Pero hay dos que valen la pena destacar. Lo primero tiene que ver con la parodia a las películas bélicas yugoslavas y de Europa del Este en general, las cuales se usaban principalmente para transmitir ideologías políticas o para manipular a las masas a favor del gobierno regente. Esta característica fue muy bien aprovechada por los gobiernos autoritarios durante las décadas del 60 y 70. En estas películas se exaltaban las figuras heroicas y se construían mitos históricos que favorecieran y dieran legitimidad a los gobernantes. Así, dentro del film vemos el rodaje de otra película, basada en la historia de Marko y Natalia y de la supuesta muerte del “héroe nacional” Blacky. Es obvio que no se basa en lo que ocurrió verdaderamente, sino en la leyenda construida por Marko para enaltecer la figura de su amigo y de alguna manera reivindicarse con él. De esta manera, el autor logra, además, una parodia de su propia película. El relato, además está construido en base a “carteles” que nos anuncian el contexto en que se está desarrollando esa parte de la película y que en alguna medida nos recuerda a los montajes de Eisenstein, por ejemplo.

En segundo lugar tenemos el símbolo más importante de la película: el sótano. En él, sus habitantes viven convencidos de estar trabajando a favor de una causa que ya no existe. Viven una realidad que no es la verdadera. Sólo conocen el mundo actual por las referencias que de él hace Marko y por los noticieros que él les presenta. En pocas palabras, sólo conocen la realidad que Marko les muestra, la que él quiere que conozcan. Es una suerte de nueva versión del mito de la caverna de Platón, donde todos viven en un mundo construido que solo existe en sus mentes y del cual solo podrán escapar cuando, con la ayuda inocente del mono, Iván, Blacky y su hijo puedan salir a “ver la luz”. Sin embargo, siguiendo a Platón, no todos podrán comprender lo que han contemplado, y así, Blacky y su hijo se encuentran con la grabación de una película que precisamente le rinde homenaje a él, al héroe nacional Blacky, ese personaje legendario que Marko ha construido en su honor, y que murió heroicamente luchando contra los nazis. Blacky confundirá la grabación con la realidad, pues sigue creyendo en lo que Marko les ha contado, y se lanzará al ataque contra los actores vestidos como soldados alemanes. Iván, sin proponérselo, ya que solo salió a buscar a su mono, será el único que pueda ver la verdad, y descubrir la farsa en la que su hermano les había hecho vivir por veinte años. Esto lo convierte en el único autorizado y capaz para vengarse de Marko, y lo terminará condenando al suicidio. Los demás tampoco podrán conocer la verdad, pues Marko decide hacer explotar el sótano y escapar con Natalia, terminando de manera abrupta con su mentira.

Pero el sótano no es solamente un tributo a Platón, probablemente nunca fue esa la intención del autor. Lo que representa verdaderamente es al gran aparato de mentiras construido por los regímenes políticos, en especial los autoritarios. Y, en el caso particular de Yugoslavia, representa también la gran mentira en la que estuvo sumido el pueblo durante el gobierno de Tito, donde se veía una Yugoslavia unida, que no existía en realidad y que, algunos años después, se desmoronaría dando lugar a sangrientas guerras civiles. Los yugoslavos vivían el mito construido por Tito, la historia de ese país comenzaba y terminaba con él, y él era el gran salvador. Es aquí que todos los símbolos y parodias se entrelazan. El verdadero sentido de la película es denunciar esa gran farsa que fue la historia yugoslava y esa tragedia que produjeron en su conjunto los tres períodos comprendidos en este relato, desde la Segunda Guerra Mundial, hasta las guerras balcánicas.

Este mundo de mentira tiene, además, otra significación. No es casualidad que el período en que estos personajes viven engañados dentro del sótano corresponda al gobierno del Comandante Tito. El sótano representa la gran mentira construida por los sistemas políticos y, sobre todo, por los gobiernos autoritarios, para mantener tranquila a la población y legitimar su poder. Habíamos dicho que Marko construye toda una leyenda alrededor de Blacky, a quien ha declarado muerto y ha convertido en héroe nacional, en parte para reivindicarse por lo que le ha hecho. Esto es típico de los sistemas políticos. Utilizan mitos y leyendas para justificar su asunción al poder, para legitimar sus gobiernos y para mantener contenta y tranquila a la población. Sobre todo en esa época, y en los países de Europa del Este, se utilizaban mucho las figuras heroicas para tales fines, y se filmaban películas bélicas que enaltecieran el poder y la gloria del gobierno de turno, especialmente de los autoritarios. Hasta de ese detalle logra burlarse el autor al incluir la escena de la filmación de la película sobre la vida de Marko y Blacky.


Sobre el final de la película, una bellísima escena es presentada como refuerzo final de esta idea, con ese pedazo de tierra desprendiéndose, como muchos de los territorios de la ex-yugoslavia, un país desmembrado completamente. Tenemos, además detalles que difícilmente se pueden pasar por alto, como esa hermosa y contundente frase “érase una vez un país”, señal inequívoca de que todo lo que hemos visto apuntaba hacia ese fin; tenemos también a Blacky hablando con Marko, pero dirigiéndose a alguien más, tal vez a los gobernantes, o a los yugoslavos, y en general a todos nosotros, diciendo “puedo perdonar, pero no olvidar”. Y, por si no fuera suficiente, tenemos un “cartel” que nos recuerda o advierte que el destino de este pueblo fue inevitable: “esta historia no tiene fin”, frase que trasciende a Yugoslavia y resuena en cada país donde encontramos este tipo de conflictos.
Encontramos mucho simbolismo religioso. Sobre el final aparece una cruz invertida, que podría significar que le han dado la contra a Dios o que Dios los ha abandonado. Está también la iglesia que el hermano de Marko le regala al hijo de Blacky el día de su boda, y que parece ser la misma en la que finalmente se suicida. Pero los elementos más recurrentes son los animales. La película prácticamente comienza con un bombardeo a un zoológico. Los animales parecen estar representando a la gente inocente que siempre resulta siendo víctima de este tipo de ataques. Las vacas sobre el final de la película indican el paso a la otra vida, como veremos más adelante o, tal vez, la reencarnación, según algunas creencias de corte hinduistas. Finalmente, tenemos a Soni, el mono. Este animal, como ya hemos mencionado, representa la inocencia o incluso la estupidez. Es un símbolo claro de lo deshumanizante de la guerra, ya que el mono carece del instinto homicida de los humanos y por eso puede estar a salvo.

Sobre la escena final, aún quedan algunos puntos importantes que mencionar. Habíamos hablado de las vacas que llegan a esta tierra que se desprende. Ese pedazo de tierra representa el pasaje de la vida a la muerte, o mejor dicho, de esta vida a la otra. Recién en la muerte, en la otra vida, los personajes parecen ser verdaderamente felices, como les hubiera gustado ser en realidad. Ya nadie construye mentiras, por lo que todos pueden celebrar y estar alegres. Habíamos dicho, además, que este trozo de terreno representa la separación de la ex-federación. Quizás lo que el autor está proponiendo en esta escena es que la Yugoslavia está mejor así, separada, sin más mentiras de unión y hermandad, sin más muertes. Aquí en este nuevo mundo, el de la tierra desprendida, pueden ser verdaderamente felices.

Esta es, a nuestro entender, la idea central y el sentido de la película. El autor nos habla de una historia marcada por el dolor y el engaño, una historia que no debiera volver a suceder, pero que acaso estamos condenados a repetir una y otra vez. Se podría decir mucho más acerca de esta genial película. Pero aquí hemos querido concentrarnos especialmente en algunos simbolismos y, sobre todo, en tratar de develar la intención del autor y el significado de la película. Nos encontramos así con una construcción muy inteligente, cargada de una gran sensibilidad y de una hábil crítica sarcástica a la guerra y a todo lo absurdo que hay a su alrededor, y a los sistemas políticos, constructores de grandes mentiras.

jueves, 20 de marzo de 2008

Gone, Baby, Gone (2007)


Por fin tuve la oportunidad de ver esta película y coincidentemente fue en medio de una semana (la pasada) cargada de noticias sobre bandas que trafican con niños, madres que venden o regalan a sus hijos por no tener cómo mantenerlos, y albergues tan saturados que se ven obligados a devolver a los niños con los padres que han abusado repetidamente de ellos. Todo ello me obligó a ver esta película, que ya de por sí es generadora de polémica y reflexión, con una especial atención y sensibilidad.

Patrick Kenzie (Casey Affleck) y su novia-socia Angie Gennaro (Michelle Monaghan) son contactados por Lionel (Titus Welliver) y Bea McCready (Amy Madigan) para que ayuden en la búsqueda de su desaparecida sobrina Amanda (Madeleine O'Brien), de tan solo cuatro años. Ellos se unirán a los detectives Remy Bressant (Ed Harris) y Nick Poole (John Ashton) en la investigación, tratando de descubrir qué fue exactamente lo que pasó con la pequeña Amanda y los secretos de su madre, Helene McCready (Amy Ryan). No quiero decir más para no arruinarle la película a nadie, pero ese es a grandes rasgos el argumento.

El film generó polémica desde su estreno, principalmente por su gran parecido con el caso real de la pequeña Madeleine McCann. Las coincidencias van desde el nombre de la pequeña actriz, hasta la aparente frialdad de la madre, sin demasiados llantos ni desesperaciones, pasando por la gran similitud en los apellidos. No pretendo detenerme a analizar si, efectivamente, el caso real y el ficcional coinciden, no sólo porque no conozco los detalles y pormenores del caso de Madeleine, sino, sobre todo, porque eso escapa a lo propiamente cinematográfico que es lo que nos interesa principalmente.

Pero sí nos interesa discutir los temas propuestos por el film, y el tratamiento que se le da a la historia. La película nos plantea una cuestión ética debatible. ¿Hasta qué punto es lo mejor para un niño permanecer junto a sus padres? Hay muchas preguntas que se vinculan y se derivan de esta última. ¿Quién sabe qué es lo mejor para un niño? ¿quién tiene el poder y el derecho de decidirlo? Y, especialmente, ¿qué actos comúnmente repudiables, podrían considerarse aceptables cuando se realizan buscando el bien de un menor? Se trata en última instancia de la pregunta ética por excelencia, ¿qué tan malo es un acto ilegal si lo que se busca con él es el bienestar, la felicidad o la salvación de alguien más?


No es sencillo responder estas preguntas, y es en ese cuestionamiento que, a mi entender, se encuentra el punto fuerte de esta película. La historia, las situaciones y los personajes nos invitan y acompañan en una reflexión seria sobre un asunto que es sin duda muy importante y delicado. Se trata de la protección de los menores y de cuánto estamos obligados a hacer por salvaguardar su seguridad. Los argumentos vertidos por los personajes son buenos, y logran conectarse con el pensamiento del público que es lo que se busca en un buen guión. Pero, contradictoriamente, creo que es también en este punto que la película presenta su principal problema. Algunos argumentos son tan buenos que le ganan la reflexión al autor, quien, a pesar de ello, no logra desprenderse de sus convicciones iniciales, por lo que finalmente se decide por un desenlace en base a una premisa que ya había sido derrotada por los razonamientos opuestos.

Resulta algo complicado explicar esta última idea sin mencionar el desenlace, pero trataré de hacerlo siempre con la intención de no fastidiar a quienes aún no han visto la película. El personaje interpretado por Casey Affleck actúa guiado por un convencimiento absoluto de lo que él considera ética y moralmente correcto. Sin embargo, en el camino se encuentra con situaciones y personajes que ponen en duda tal certeza, y, según mi parecer, estos argumentos opuestos son más fuertes o, como diría el maestro Alonso Alegría, no estaban totalmente agotados. Son buenos argumentos, pero este personaje no parece dudar nunca, por lo que se le ve convencido de principio a fin. Y es que, en última instancia, es el autor el que está convencido de lo que quiere decir y lo hace, para su mala suerte, a través de una historia que invita abiertamente a la reflexión, en la que el público está pasando por los mismos razonamientos y dudas que los personajes y, por lo mismo, no llega a estar completamente convencido de qué es lo que se debe hacer, por lo que la resolución del conflicto por parte de este personaje corre el riesgo (hago esta salvedad porque tal vez sea yo el único que lo ve así) de quedar inverosímil o, al menos, poco convincente.

Da la sensación de que el autor puso sobre el tapete los mejores argumentos posibles, cosa que todo buen guionista o escritor debe hacer, pero construyó la historia en base a una concepción inicial que se mantuvo firme aún en contra del razonamiento principal de la propia película. Algunos dirán que esto no es así y lo entiendo. Hay una posibilidad de que esto no sea un error sino una propuesta pensada y articulada así a propósito. Me inclino yo mismo a creer esto último. Es probable que lo que el autor haya querido lograr es precisamente dejarnos con la duda, con esa sensación de no saber qué hacer, porque lo que quiere expresar es precisamente eso, que no hay una respuesta correcta, solo una amplia posibilidad de errores, que, lamentablemente no los sufren (solamente) quienes toman las decisiones, sino los niños en cuestión. Es por esto que no dije que se tratara de un error, solo de un problema. Es muy posible que ésta haya sido la intención, pero el resultado final es la de un personaje que nunca puso en tela de juicio sus convicciones y, por lo tanto, no sufrió ningún conflicto, por lo que la historia, entonces, pasaría a ser muy superficial y simple. No parece serlo, y no creo que lo sea, y por eso le doy al autor el beneficio de la duda. Lo único que digo es que en estos casos, como también diría el mismo Alonso Alegría, tiene que estar bien claro que la terquedad es exclusiva del personaje y no del autor, y creo que en esta propuesta, que no por ello deja de ser interesante, no está completamente claro. Habría que leer el libro.


Volviendo a las virtudes del film, hay que detenerse en las actuaciones. El elenco está estupendo. Ed Harris, en lo suyo, con una actuación similar e igual de buena a la que ya le habíamos visto en "Una Historia de Violencia" (2005). Amy Ryan es una muy convincente madre alcohólica y drogadicta, quien no parece estar muy afectada por la desaparición de su hija. Bien merecida tiene las nominaciones al Oscar y al Globo de Oro. Michelle Monaghan también está correcta, y le quedan mucho mejor estos papeles que los de comedias típicamente hollywoodenses. Morgan Freeman, quien hace el papel de capitán de policía, no realiza un papel extraordinario pero si a la altura de su importante trayectoria.

Hay que destacar a Casey Affleck, quien una vez más nos deja como conclusión que es mucho mejor actor que su hermano, y a Ben, quien demuestra también que tiene mucho más que ofrecer como escritor y director que como actor.

¿Es válido separar a un niño de sus padres con la excusa de que así tendrán un mejor futuro? ¿Es mejor dejarlos siempre junto a sus padres solo porque son sus padres? Se trata de una reflexión muy interesante, importante y compleja, pero que creo que no debemos dejar de hacernos. Esta película nos ofrece una buena oportunidad para meditarlo. Vale la pena verla, no sólo por eso, sino porque, finalmente, es una buena película de acción y suspenso, muy recomendable.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Away From Her (2007)


Debo decir que esta película es realmente insoportable de principio a fin. Pero, a diferencia de lo que se suele asumir cuando se usan estas palabras para referirse a algún film, no se trata de un bodrio ni mucho menos, sino de todo lo contrario. La película es estupenda y hermosa, y si resulta insoportable, es porque es sumamente conmovedora, y mantiene las emociones y sensibilidad del espectador al tope. Al menos eso me sucedió a mí.

Fiona (Julie Christie) y Grant Anderson (Gordon Pinsent) llevan casados cuarenta y cuatro años y deben enfrentarse por primera vez a una separación de un mes, debido a que ella ha decidido internarse en una clínica para personas con Alzheimer, a causa de las constantes lagunas mentales que ha estado sufriendo. Pasados los treinta días, en los que Fiona no podía recibir ningún tipo de visitas, Grant deberá sobreponerse al hecho de que su esposa no lo reconozca y que, además, esté empezando a sentir afecto por otro hombre.

Con tal argumento, no podíamos sino imaginar que la historia estaría cargada de emotividad y de momentos intensos. Y en efecto, la película nos lleva a lo largo del desarrollo de la enfermedad y de la desesperación de la que va siendo víctima Grant, al sentir que está perdiendo al amor de su vida. Como era también de suponer, toda la parte técnica queda de lado, no porque no sean correctas, sino porque en esta película, es más importante lo temático que lo visual. De todas maneras, la dirección artística y fotográfica están muy acorde con la historia y contribuyen a crear la atmósfera necesaria.

Volviendo a lo temático, cabe mencionar que la enfermedad y sus consecuencias no es lo único importante. La película también plantea temas vinculados a la vida en pareja, tales como amor, fidelidad o lealtad, de manera que termina siendo también una reflexión sobre la vida matrimonial y los diferentes conceptos y visiones que suelen estar asociados a ella. El personaje de Grant se nos presenta como el más devoto de los esposos, y nos conmueve enormemente su frustración y la devoción hacia su mujer. Sin embargo, poco a poco vamos descubriendo que el hombre tampoco es un santo y que tiene muchas cosas que cuestionarse y replantearse.

En última instancia, la reflexión de la película parece ser que no basta haber permanecido juntos tantos años para garantizar el éxito del matrimonio. Grant aprende en medio de su búsqueda que, a veces, el autosacrifico en favor del ser amado es una acción aún más noble de amor. Y, sin embargo, la película termina agradeciéndole su lealtad, el no haber abandonado nunca a Fiona, pudiendo haberlo hecho hace mucho tiempo. Parece una contradicción, pero no lo es. El autosacrificio, al menos en este caso, no implica abandono, sino todo lo contrario. Es una muestra más de amor, de fidelidad y desprendimiento. Aún así, Grant estaría actuando según esa terca necesidad de darle a su esposa lo que necesita. Lo que el personaje llega a cuestionarse es exactamente lo contrario. Tal vez insistir en recuperar lo perdido era, en este caso, una forma de abandono, de no entender lo que ella necesitaba o quería, una muestra más de egoísmo o de poco entendimiento.

Nos referimos en el párrafo anterior a lo que, desde nuestro punto de vista, está sucediendo en la cabeza de Grant. Aquellos que han visto la película podrían decir que el desenlace nos contradice. No se pretende arruinarle la película a nadie, pero en todo caso, la anterior es una reflexión personal y, como en muchas películas es de suponer que cada uno pueda tener una diferente, de acuerdo a sus propias concepciones de matrimonio, fidelidad y vida en parejas. Lo que hemos tratado de referir es lo que se desprende de las actitudes de Grant, un personaje por cierto genial, y de algunas de las frases que se repiten a lo largo de la película. Podríamos quedarnos con dos. Grant narra el momento en que él y Fiona deciden casarse, culminando con la frase "nunca quise estar lejos de ella", frase que además le da el título a la película. Por otro lado, la enfermera Kristy (Kristen Thomson), reflexiona que "nunca es tarde para convertirse en el hombre que podrías haber sido". Es a partir de estas dos frases que se desprende la reflexión anterior. En todo caso, vale la pena insistir, la gracia es que cada uno logre su propia visión.

Queda solo por resaltar la notable actuación, no sólo de Julie Christie, quien ya había sido destacada en cuanta premiación ha habido este año, sino también de Gordon Pinsent en el papel del devoto esposo. Son dos actuaciones que no sólo convencen, sino que llegan a tocar al espectador. Con dos personajes tan conmovedores, y tan bien planteados, las actuaciones tenían que estar a la altura de las circunstancias y realmente lo están. Hay que destacar también el trabajo de dirección de la también actriz Sarah Polley, a quien solo conocíamos por su papel en el remake de El Amanecer de los Muertos. Vaya giro.

Así que recomiendo, a aquellos que no les gusta demostrar sus emociones en público, que esperen el DVD o a que la den en cable. Los demás son bienvenidos al cine. Pero sea como sea, hay que ver "Away From Her". Altamente recomendable. Vuelvo a lo dicho, es insoportable, pero por las situaciones planteadas, y por el estrés que provoca sobre todo, la frustración de Grant. Pero aún así, una hermosa película sobre la vida, el amor y la felicidad.

sábado, 8 de marzo de 2008

Trois Couleurs: Bleu (1993)

Ya que no he tenido tiempo de ir al cine en estos días, he decidido remitirme temporalmente a los clásicos. Esta es, además, una de las primeras películas que analicé para la Universidad. El trabajo consistía en analizar los temas presentes y los campos semánticos con los que el autor construye su concepto. No he hecho ninguna modificación al texto original

Tres Colores: Azul (Trois Coluleurs: Bleu)

Julie Vignon es una noble mujer que perdió a su marido y a su hija en un accidente automovilístico al que ella sobrevivió. Mientras está recuperándose en el hospital, intenta suicidarse, pero siente que no tiene el valor necesario para hacerlo. Una vez en casa, busca alejarse de todo lo que pueda hacerle recordar su tragedia. Vende sus cosas y se muda a un nuevo apartamento, donde intentará iniciar una nueva vida, aunque sin éxito, ya que se verá constantemente atrapada por evocaciones de su pasado.

Este es un breve resumen del argumento de “Azul”, la película del cineasta polaco Krzysztof Kieslowski, que marca el inicio de su famosa trilogía “Tres Colores” (Azul, Blanco y Rojo). En cada una de ellas el director realiza una asociación entre el color que da título al film y un concepto o valor que intenta transmitir. En este caso, el color azul representa la libertad, ya no solo como ideal humanista, sino entendida como libertad personal, una ilusión tan necesaria como inalcanzable, pues la protagonista de esta película se dará cuenta poco a poco que, aunque pretenda escapar de su dolor, nunca podrá ser verdaderamente “libre”, ni alejarse de sus malos recuerdos.

Existen varios temas opuestos que están presentes durante todo el transcurso del relato. Claramente podemos notar el contraste entre soledad y compañía, perfectamente encarnado por el personaje de Julie (gracias a una excelente actuación de Juliette Binoche), y, en cierta medida, también por el personaje de Olivier (Benoit Regent). Ellos se buscan y se juntan precisamente porque necesitan huir de la soledad en la que están sumidos. Pero la contradicción está más presente en el personaje femenino. Ella ha perdido a su familia y se ha quedado sin ninguna compañía. Por si fuera poco, ella misma decide alejarse de todo y de todos, para evitar cualquier detalle que le recuerde lo que ha perdido, y para refugiarse precisamente en su soledad. Sin embargo, no puede soportarlo, la vemos en constante búsqueda de alguien con quien compartir. Esto se ve reflejado, por ejemplo, en la escena en la que va a visitar a su madre, o aquella en la que llama a Olivier para hacer el amor con él. Se trata entonces de un campo muy presente y muy importante en el desarrollo de la historia.

Otro que se hace evidente es el de vida y muerte. Probablemente, no haga falta explicar demasiado esta idea. Julie debe enfrentarse la desdicha de perder a su hija y a su esposo, mientras ella aún continúa con vida. Ella misma se ve afectada por esta contradicción, a tal punto que llega a intentar suicidarse. Pero nuevamente se aferra a la vida, pues, como ya hemos dicho, no encuentra el valor requerido para cometer semejante acto. Decide entonces intentar vivir, aunque el recuerdo de la muerte la persiga siempre.


El color azul es un elemento que se repite constantemente a lo largo del film. Aparece como filtro, pero también en algunos elementos que conforman el mundo diegético, como el portafolios que contiene los últimos papeles dejados por el esposo de Julie, o los adornos de la única lámpara que ella quiso conservar de su primera casa. El azul también acompaña cada imagen de su pasado, ya sean los recuerdos que vuelven a su mente, o la escena misma del accidente con la que comienza la película. Encontramos aquí el primer gran campo semántico, y tal vez, el más importante. Por un lado, habíamos mencionado que el color azul simbolizaba la libertad, o al menos la búsqueda de la misma, mientras que, por otro lado, representa justamente todo aquello que Julie quería dejar atrás en esa búsqueda. Hay claramente dos ideas opuestas que reflejan exactamente lo que el autor, a nuestro juicio, pretendía transmitir, esa contradicción entre el deseo de libertad personal y la imposibilidad de conseguirla.

martes, 4 de marzo de 2008

Charlie Wilson's War (2007)


Si lo que buscan es una película que entretenga y con la que se pueda pasar un buen rato, “Juego de Poder” puede ser una buena opción. Pero no esperen mucho más. No porque no haya nada más que rescatar de la película, sino porque demasiada expectativa probablemente genere desilusión.

En plena Guerra Fría, el congresista republicano Charles Wilson (Tom Hanks) inicia una batalla personal para lograr los fondos necesarios para financiar a los rebeldes afganos que pelean contra la invasión rusa durante los años ochenta. La historia narra todas las artimañas y alianzas a las que el congresista tuvo que recurrir para lograr su cometido, y los resultados obtenidos. Así, se juntará con el encargado de los asuntos afganos de la CIA (Philip Seymour Hoffman) y con una acaudalada e influyente mujer católica texana (Julia Roberts), quienes lo convencerán de hacer todo lo necesario para conseguir el financiamiento.

No estamos ante una gran película, pero, como ya hemos indicado, hay cosas interesantes que valen la pena discutir. Se trata de una reflexión bastante interesante sobre las decisiones que se toman durante la guerra y las motivaciones que los líderes pueden tener para llegar a tales decisiones. Lamentablemente, como es obvio y común en estos casos, la película no deja de ser tendenciosa ni propagandística en favor de los intereses norteamericanos, lo que molesta durante la mayor parte del film. Sin embargo ya sobre el final, el planteamiento se vuelve más crítico contra el sistema, los gobernantes y la guerra misma, lo cual termina salvando a la película.


Otro punto que llama la atención es el elenco. Sin ser extraordinarios, a nuestro juicio, Julia Roberts y Tom Hanks cumplen, por lo general, con brindarnos actuaciones adecuadas. Y esta vez no es la excepción. Quien si resalta, como también suele hacerlo, es Philip Seymour Hoffman, en el papel de un personaje estupendo, Gust Avrakotos, quien era de los pocos que originalmente estaba de acuerdo con facilitarles armas a los rebeldes afganos. Se trata de un personaje amargado por ratos, irónico y ácido, pero siempre lo suficientemente sobrio como para convencer a quien sea necesario de seguir sus ideas. Bien merecida tiene la nominación al Oscar y dicho sea de paso, todo el reconocimiento que alcanzó después de Capote, y que ya merecía desde mucho antes. También es interesante y entretenida la participación de Amy Adams, la misma de “Encantada”, quien le brinda una cuota amena a la película y se convierte en un adecuado y efectivo complemento para el personaje de Tom Hanks.

Retomo mi punto inicial. No esperen una gran película y saldrán contentos. No deja de ser, sin embargo, una interesante reflexión sobre la manera que tiene Estados Unidos de solucionar sus conflictos –un tema tan vigente actualmente-, y que, de paso, ayuda a recordar o conocer lo que sucedió en esos años en esa parte del mundo que siempre ha estado sumergida en conflictos y donde el interés americano ha traído más problemas que soluciones. No está de más recordar que entre los rebeldes que recibieron financiamiento y armas en esa lucha estaba nada menos que Osama Bin Laden. A tener en cuenta.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Atonement (2008)



En mi análisis anterior escribí que sólo había una película que, según mi opinión, podía derrotar a la de los hermanos Coen en el Oscar a mejor película. Esta era precisamente Expiación (Atonement), un film realmente sorprendente, dirigido por Joe Wright, el mismo de "Orgullo y Prejuicio". Sorprendente, porque francamente no le había prestado demasiada atención y la vi prácticamente porque no tenía nada mejor que hacer, sin saber siquiera de qué trataba. Y, sin embargo, valió totalmente la pena.


La película atrae desde la primera escena, con ese suave travellin por el cuarto de la pequeña Briony. Podemos imaginar así que estamos ante una película bien cuidada y trabajada. Y es así en realidad. Se trata de un film que cuenta con una historia que atrapa rápidamente y un visible esfuerzo por construirle una atmósfera adecuada mediante el manejo de cámara, las luces, los escenarios y, sobre todo, la música. Los elegantes movimientos de cámara atravesando los finos pasillos de la casa de los Tallis son un claro ejemplo de eso.


Se puede dividir el film en dos partes. La primera, que transcurre mayormente en la casa de la familia Tallis, es donde más resaltan la fotografía y dirección artística que son sinceramente geniales. La segunda parte, en cambio, tiene una gran carga emotiva, por lo que los detalles técnicos quedan de lado, ya que el espectador está completamente metido en la historia. Los escenarios aristocráticos cambiaron por el caos y desolación de la guerra, lo que ayuda a reforzar esta atmósfera de sensibilidad en la que priman las emociones por sobre todas las cosas.


Como el título indica, se trata de una película sobre la expiación y, por tanto, sobre la culpa. Es el verano de 1935 y un acontecimiento está por cambiar la vida de tres personas. Briony Tallis (Saoirse Ronan) es una niña de 13 años, con grandes talentos literarios y muy precoz. Su hermana Cecilia (Kiera Knightley) acaba de descubrir que está enamorada de Robbie Turner (James McAvoy), de quien Briony cree también estar enamorada. Este será precisamente el punto de partida de la desdicha que están a punto de vivir. Briony, quien acaba de encontrar a su hermana y a Robbie haciendo el amor en la biblioteca, acusa a éste de haber cometido un horrible crimen, convenciendo a todos en la casa de que ella lo había visto con sus propios ojos. Robbie es arrestado y Cecilia le hace jurar que regresará junto a ella. A partir de entonces la película se centra en la lucha de estos dos amantes por volver a estar juntos y vivir felices. Pero Robbie, quien ahora está en Francia peleando en la Segunda Guerra Mundial, encontrará más de una dificultad para volver a casa y Cecilia seguirá sufriendo la larga espera. Mientras tanto, Briony irá entendiendo las graves consecuencias de sus actos y tratará de enmendar su error, lo que termina de redondear el concepto de la película.



Como vemos, no es sólo una historia de amor, o de mentiras o culpas. Es una historia completa de lo que es el ser humano, con virtudes y defectos, con sus decisiones, sus sueños y sus ilusiones. La película nos muestra la dicha del amor, el poder de las mentiras y la crueldad de la guerra, todo sin exagerar, sin saturar, con pocos excesos hollywoodenses y con un hermoso cuidado en la construcción de las imágenes, planos y secuencias. Así se resume el éxito de la película. Atrae porque hay muchas características con las que el público puede identificarse, ya sea en las situaciones o en los personajes, lo cual hace más rico el visionado. Cuenta además con la siempre bienvenida presencia de la bella Kiera Knightley y una sorprendente performance de Saoirse Ronan, quien logra plasmar adecuadamente la precocidad y frialdad de Bryoni, un personaje francamente fascinante, tan bien construido que, a pesar de sus virtudes y del cierto grado de compasión que logra generar, cae inmediatamente antipático, lo cual ayuda a que el público se enganche en favor de la pareja perjudicada y que, por tanto, hace más fuerte el tema de la expiación, pues Bryoni no debe disculparse solo con ellos, sino también con nosotros los espectadores. Sobre el final, solo puedo decir: genial.

Mención aparte merece la música. Cada momento de la historia está perfectamente potencializado por una de banda sonora sencillamente encantadora. Crea la atmósfera adecuada, resalta las emociones y hasta el mundo interior de los personajes parece estar correctamente dibujado en la música y en los efectos de sonido. No puedo hablar de la mezcla y otras cuestiones técnicas, ya que no conozco del tema, pero sí puedo decir que a pesar de lo bien logradas que están las tomas, de los bellos movimientos de cámara y de la cuidadosa dirección artística y fotográfica, esta película no resultaría tan fascinante de no ser por la música, que termina por convertirse así en un elemento casi protagónico.


No logró arrebatarle el Oscar a los hermanos Coen, pero sigo sosteniendo que era la que más posibilidades tenía de hacerlo. No sé decir qué tan subjetivo resulta mi análisis, ya que como dije, esta película fue una sorpresa más que agradable, lo que pudo haber afectado mi percepción. Pero estarán de acuerdo conmigo los que la han visto en que se trata de una película difícil de olvidar, conmovedora y encantadora, y que están bien pagadas la entrada, la gaseosa y la canchita.

viernes, 22 de febrero de 2008

No Country for Old Men (2008)

He decidido empezar con "Sin lugar para los débiles" de los hermanos Coen, no sólo porque es la última película que he visto, sino, sobre todo, porque es la más seria candidata al Oscar que se entrega esta semana y es bueno considerar si se lo merece o no. Recomiendo ver primero la película y luego leer este análisis, pero no creo estar revelando nada importante de la trama (aunque lo parezca)

Sin Lugar Para los Débiles (No Country for Old Men)





Sea cual sea el título o el tema, si la dirigen los hermanos Coen, debemos imaginar que estamos ante una película especial y poco convencional. Su más reciente film no es la excepción, sin embargo, tiene también algunas pinceladas que la distinguen de las anteriores. Es mucho más intensa y violenta y, en cierto sentido, más seria, tal vez porque se trata de una adaptación y no de una idea original. Pero lo cierto es que la historia que nos plantean se mantiene fiel al estilo de los Coen y, según he leído, se mantiene fiel al libro original también.


La historia nos presenta a Llewelyn Moss (Josh Brolin), un cazador que de manera fortuita se encuentra con una terrible escena de crimen: tres autos abandonados, una serie de cadáveres alrededor y varios kilos de droga que hacen suponer que había gran cantidad de dinero en juego. Efectivamente, Moss se encuentra con un maletín con dos millones de dólares y, al llevárselo, desencadenará una sangrienta búsqueda que pondrá en peligro su vida y la de su esposa Carla Jean (Kelly McDonald). Tras él irá Anton Chigurh (Javier Bardem), un despiadado asesino que se juega la vida de sus víctimas a cara o cruz. También aparece en escena el Sheriff del pueblo, Ed Bell (Tommy Lee Jones), un comisario de pueblo chico que por momentos recuerda a aquella peculiar jefa de policía embarazada en Fargo, tan bien encarnada por Frances McDormand. Él proviene de una familia de protectores de la ley, pero empieza a sentirse decepcionado e inseguro de sí mismo al encontrarse en un país plagado de violencia.


Ese es precisamente el tema central y lo que convierte en protagonista a un personaje que, en apariencia, no tiene tanta importancia como el cazador y el asesino. Pero la película es en verdad sobre él. Es en referencia a este personaje que adquiere sentido tanto la estructura del film, como la escena final y el título mismo. Sin lugar para débiles hace referencia directa a este comisario que siente que ya no tiene fuerzas para combatir la creciente violencia que existe a su alrededor. Es él el que se siente débil ("old", en el título original) y por eso está considerando retirarse de la profesión familiar.


La historia entonces se estructura entorno a temas bien delimitados como la violencia, la causalidad, la voluntad, la predestinación o la frustración y desencantamiento, y campos opuestos como vida-muerte o crimen-ley. Se tratan de temas recurrentes en las películas de los Coen, como en Fargo, Sangre Fácil (Blood Simple) o El Hombre que Nunca Estuvo Allí (The Man Who Wasn't There). Por eso resulta curioso apreciar cómo los directores y el autor del libro se complementan tan bien. Es en este sentido que el personaje interpretado por Tommy Lee Jones aparece con supremacía por sobre los demás. Es él el que se mueve constantemente por estos temas, es él quien se cuestiona por la vida, por su destino y por los principios y valores que han guiado su accionar.


Los otros personajes son sólo excusas, o acaso ejemplos, de la violencia que está atormentando al Sheriff, es esa situación que lo hace sentir impotente y hasta inútil. Es cierto, sin embargo, que cada personaje tiene su propia riqueza, pero es el Sheriff quien encarna totalmente el sentido de la película, este cuestionamiento sobre hacia dónde está yendo el mundo, cargado de violencia y muertes por drogas y dinero. No es casualidad que este personaje sea el primero y el último en hablar, pues toda la historia parece así representar solo una reflexión del propio Bell sobre los temas ya mencionados y la situación narrada, solamente un ejemplo significativo. Por eso es que al final decide retirarse, aun temiendo que su padre y abuelo se sientan decepcionados, pues es mayor su frustración y desilusión.


Solo así se explica (y se entiende) ese final que ha muchos deja confundidos, en el que Bell cuenta los dos sueños de su padre. El primero, en el que su padre le da un poco de dinero y él lo pierde, estaría representando el legado familiar, aquella misión de defender la ley que su abuelo y su padre cumplieron y en la que él ha fallado. Tenía en sus manos algo de valor, acaso las vidas de Llewelyn Moss y su esposa, acaso la paz en su pueblo, y no ha podido con la responsabilidad de protegerlo. El segundo, es un poco más abstracto, en él ve que su padre cabalga a su lado con un cuerno de fuego y luego lo pasa dejándolo atrás, pero Bell sabe que pronto llegará a algún lado y su padre lo estará esperando. Esto podría estar representando ese temor que Bell tiene a ser juzgado por su familia, o tal vez por un ente superior (su padre dejándolo atrás puede ser una cuestión espiritual), cuando se reuna con él ¿en el cielo? ¿en el infierno? En todo caso, lo que queda claro es que es una preocupación por su destino, y no es casualidad que lo haya soñado en su primer día de retiro. La frase final "y entonces desperté", no solo representa el hecho de que aún no ha llegado el momento de encontrarse con su padre, sino que evoca la esperanza de que las preocupaciones presentes en sus sueños no tengan sustento en la vida real.


Pero empezamos este análisis con la intención de responder a la pregunta de si merece esta película recibir el Oscar. Sí. La dirección de los hermanos Coen es más que correcta, al igual que la fotografía y la puesta en escena en general, que son de lo más acertadas. Las actuaciones son muy buenas, lo cual no sorprende con actores de la categoría de Tommy Lee Jones y Javier Bardem. Este último justifica la gran cantidad de elogios y premios que ha recibido. Basta compararlo con otros "criminales" nominados este año, como Denzel Washington (American Gangster) o Viggo Mortensen (Eastern Promises), para darnos cuenta de que estamos ante el más perturbador pero a la vez convincente de ellos. Finalmente, la atmósfera de la película es estupenda, pues mantiene de principio a fin la tensión e intensidad de la situación, sin perder de vista el clima de desilusión y desolación que acompaña al personaje principal.


Es obvio que no estamos ante una de las mejores películas de todos los tiempos, pero tal vez sí ante la mejor del 2007, que, a diferencia de lo que sé que muchos piensan, no es poco decir, pues ha habido películas más que interesantes. Desde mi noble punto de vista, la única que puede arrebatarle el Oscar (si es que la elección es justa) es Expiación (Atonement), una brillante película sobre la que escribiré en estos días. Ambas totalmente recomendables.